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Ovinton J’Anthony Mayo (1987) creció con la vitola de estrella en
ciernes a sus espaldas. No era para menos, su periplo en High School
había dejado boquiabierta a la prensa especializada, como atestiguan los
numerosos premios que recibió en aquella etapa y las portadas en
protagonizó, destacando sobre el resto la de la prestigiosa revista
Slam. De hecho fue de los primeros damnificados por la norma que impulsó
David Stern que limitaba el acceso a la mejor liga del mundo a todos
aquellos que no hubieran cumplido 19 años. Así que decidió enrolarse en
los troyans de Southern California durante una temporada con óptimo
rendimiento.
Paralelamente el bueno de OJ había tenido
ciertos problemas con la justicia. Eso unido al hecho de que su año
universitario fue bueno pero sin acercarse a la excelencia de su etapa
colegial quizá fuera lo que provocó cierto escepticismo con respecto al
papel que podía desarrollar en la Nba. Finalmente fue elegido en el
número 3 del draft de 2008 por los Memphis Grizzlies, un equipo en
reconstrucción tras el controvertido traspaso de Pau Gasol y con Rudy
Gay como proyecto de jugador franquicia.
Su año rookie disipó
muchas dudas. Sus 18 puntos por partido fueron una gran carta de
presentación, quedando sólo por debajo de Derrick Rose (Mvp en 2011, no
lo olvidemos) en la votación de Rookie of the Year.
Sin embargo
los más críticos empezaron a advertir que OJ Mayo jamás dominaría una
cancha de baloncesto de la manera que apuntaba en su etapa colegial.
Podía
anotar y asistir de manera solvente pero no daba la sensación de dar
ese paso que separa a los buenos jugadores de las auténticas
superestrellas. A ello ayudaba cierta indefinición entre las posiciones
de base y escolta. Pero lo peor, decían, era que se trataba de un
problema esencialmente mental.
A partir de su segunda temporada
OJ pareció empeñado en darles la razón, con un descenso muy gradual de
rendimiento. Comenzaron a surgir rumores acerca de problemas entre él y
un Rudy Gay que por aquellas fechas era un jugador mucho más ególatra de
lo que es hoy en día.
Las dos jóvenes estrellas habían apuntado
muy buenas maneras la temporada anterior y paralelamente los egos se
habían disparado. Con todo sus números estuvieron realmente cerca de los
conseguidos en su año rookie. Nada hacía preveer lo que sucedería en su
tercera temporada.
En la 2010-2011 Mayo y Memphis siguieron
trayectorias diametralmente opuestas. La franquicia fichó al
probablemente mejor defensor exterior de toda la liga como Tony Allen y
el gran damnificado con su llegada fue el combo guard de West Virginia.
Pasó de 38 a 26 minutos y de 17,5 a 11,3 puntos por partido, pero,
sobre todo, perdió la titularidad a favor de Allen. Lo peor para OJ fue
que esa maniobra de Lionel Hollins se demostró como un completo
acierto. Memphis se coló in extremis en playoffs y una vez allí
protagonizó una sorpresa histórica eliminando al número uno del Oeste,
los intratables San Antonio Spurs. Mayo fue protagonista secundario de
aquella gesta que llevaría aún a Memphis a forzar el séptimo partido en
la serie contra los emergentes Ocklahoma City Thunder. Tampoco ayudó
nada el positivo por esteroides que se le detectó en un control a
finales del mes de enero y que le acarreó una suspensión de 10 partidos.
En aquella época la revista Slam, la misma que lo había elevado a
los altares años antes titulaba “El cielo era el límite” y cerraba el
artículo con una frase demoledora : “no creímos que lo fuera”.
Así
las cosas, dejó de ser un jugador fundamental para Memphis y su nombre
se vió envuelto en numerosos rumores de traspaso, que de hecho no
llegaron a cristalizar porque las negociaciones se cerraron cuando se
había sobrepasado la fecha límite de traspasos. Este fue el caso del
trade que lo enviaba a Indiana a cambio del mediocre Josh McRoberts y un
por aquel entonces infrautilizado Brandon Rush. Quedaba claro que la
confianza en él era mínima en el estado de Tenessee.
En
esta tesitura llega el verano de 2011, el del lockout que puso en serio
peligro la continuidad de la liga. Finalmente todo se soluciona al
límite y la liga comienza el día de Navidad. Su nombre vuelve a estar
inmerso en rumores de traspaso y suena para los míticos Celtics. Sin
embargo nada se concreta y OJ Mayo juega su último año antes de ser
agente libre en Memphis. ¿Será ése estímulo suficiente para subir
nuevamente sus prestaciones y volver por sus fueros?
A juzgar por
lo visto al comienzo de campaña, no. Su rendimiento es igual de
mediocre que en la campaña precedente y ya nadie espera mucho del
californiano. Parece resignado a un papel secundario que no le impide
eso sí dar muestras de su talento cada vez que tiene oportunidad.
Sin
embargo, tras el parón por el All Star, parece que algo ha cambiado en
Mayo. Emulando a James Harden se convierte en un sexto hombre decisivo y
termina en cancha todos los partidos con grandes actuaciones y anotando
canastas que ganan partidos para Memphis. Mayo da muestras de estar al
fin completamente integrado en la dinámica de los Grizzlies y estos lo
agradecían mejorando sensiblemente el récord de la temporada anterior,
consiguiendo una cómoda cuarta plaza en la durísima Conferencia Oeste.
El rival en primera ronda serían los Clippers y Mayo quería seguir la
buena inercia de final de temporada.
El primer partido era
dominado claramente por Memphis en el tercer cuarto y Mayo estaba
haciendo un buen partido que acabaría con 17 puntos y 4 triples. Su
mejor partido en su corta carrera en playoffs tendría un final
inesperado e histórico: los Clippers culminaban una remontada de 20
puntos en un cuarto ante el colapso generalizado de unos Grizzlies que
quedaron tocados para toda la serie en ese partido.
Con todo,
tirando de casta lograron forzar el séptimo partido en casa tras llegar a
ir 3-1 abajo. Todo a favor, pero volvieron a fallar ante su público y
ante un auténtico recital de Chris Paul. Tras aquel primer partido Mayo
no levantó cabeza, acabando con unos pírricos 8 puntos y un ridículo 27%
de acierto en tiros. Aquello supuso el triste broche final a su etapa
en Memphis.
En el mercado de agentes libres Mayo era un jugador
interesante pero también una auténtica incógnita, justo lo que hizo que
fuera Mark Cuban y no otro el que apostase por él.
Un contrato de
2 años y 8 millones en total, con la opción para el jugador de salir al
mercado al final de la primera temporada, es lo que firmó Mayo con la
franquicia tejana.
Llega a unos Dallas que poco se parecen a los
que consiguieron el anillo en 2010, salvo por el siempre necesario
Marion y el en opinión de muchos mejor jugador europeo de toda la
historia y megaestrella Nba Dirk Nowitzki.
Un equipo de playoffs pero sin rango de aspirante al anillo.
La
temporada además se torció muy rápido, con unos problemas en la rodilla
de Dirk que dejaban a Dallas sin su faro durante 6 semanas. Al poco
tiempo Marion se sumó a la lista de inactivos. ¿Quién asumiría el
liderazgo de un equipo por acoplar?
Efectivamente, apareció el
mejor OJ Mayo conocido para liderar a los Mavs a un sorprendente balance
de 4-1 incluyendo 2 partidos consecutivos de 30 puntos, algo que nadie
conseguía en Dallas salvo la estrella alemana desde hacía más de 5 años.
La sorpresa inicial se desvaneció ligermanete y los Mavs volvieron a la
realidad para colocarse con un decente 5-4, lo que no ha impedido que
OJ siga a un excelente nivel y se sitúe con unos promedios de 22 puntos,
rozando el 50% en tiros de campo y registrando un estratosférico 58,5%
en triples.
Pero más allá de los números desprende la sensación
de sentirse importante en su rol de escolta titular, seleccionando bien
los tiros y dando muestras de gran madurez en su juego. Quizá todo se
deba al deseo de salir al mercado este verano y poder así aspirar a un
contrato más acorde con su nivel.
Incluso es muy probable que
sus números se resientan conforme pasen los partidos y reaparezca
Nowitzki, obligando a nuestro protagonista a ceder los focos al jugador
franquicia, pero lo más importante es que en su quinta temporada en la
liga parece que por fin OJ Mayo ha cogido el camino correcto para
convertirse un jugador de referencia en la mejor liga del mundo. ¿Por cuánto tiempo?
Vicente Solano Gomez.